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La historia de María y Juan comenzó en un chat en línea hace más de 10 años. Se conocieron por casualidad, compartiendo gustos e intereses comunes a través de mensajes que se extendieron durante meses. A pesar de vivir en ciudades muy distantes, su conexión no disminuyó y continuaron escribiéndose con regularidad. A medida que el tiempo pasaba, María y Juan se empezaron a conocer cada vez más, compartiendo sus preocupaciones, sueños y alegrías a través de la pantalla de sus computadoras. Aunque nunca se habían visto en persona, sentían una conexión profunda y especial que los mantenía unidos. Sin embargo, la distancia y las responsabilidades de la vida hicieron que perdieran contacto por un tiempo. A pesar de haber intentado mantenerse en contacto, las circunstancias los separaron durante varios años, hasta que un día, por casualidad, se reencontraron en el mismo chat en el que se habían conocido. Para sorpresa de ambos, la chispa entre ellos seguía viva, a pesar de los años transcurridos. María estaba ahora casada y tenía hijos, pero eso no impidió que retomaran su amistad y conversaciones como si el tiempo no hubiera pasado. Aunque ambos sabían que su conexión nunca podría materializarse en una relación romántica, se alegraron de haberse reencontrado y de poder seguir compartiendo sus pensamientos y emociones, incluso a través de la distancia y las circunstancias de la vida. María y Juan aprendieron que el amor y la amistad no siempre tienen que ser físicos para ser significativos, y que las relaciones virtuales también pueden ser valiosas y significativas en la vida de las personas. A pesar de seguir viviendo vidas separadas, encontraron consuelo y apoyo en el lazo especial que habían creado a lo largo de los años, recordándoles que el amor y la amistad pueden trascender cualquier barrera.